Llevo toda la semana preguntándome cómo escribir sobre lo que quiero escribir. No quería hacerlo desde la exaltación o el orgullo, ni tampoco desde la supuesta superioridad moral de la que se nos acusa a menudo a los que seguimos creyendo en una sociedad en la que nadie se quede atrás. Llevo la semana entera queriendo escribir sobre esto y no haciéndolo, y por eso ya es viernes y aún estoy empezando un texto que suelo acabar de editar el miércoles. Escribo a riesgo de hacerlo mal, de sonar exaltada, orgullosa o soberbia, aunque en realidad lo que estoy es profundamente triste.
Días mejores
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Llevo toda la semana preguntándome cómo escribir sobre lo que quiero escribir. No quería hacerlo desde la exaltación o el orgullo, ni tampoco desde la supuesta superioridad moral de la que se nos acusa a menudo a los que seguimos creyendo en una sociedad en la que nadie se quede atrás. Llevo la semana entera queriendo escribir sobre esto y no haciéndolo, y por eso ya es viernes y aún estoy empezando un texto que suelo acabar de editar el miércoles. Escribo a riesgo de hacerlo mal, de sonar exaltada, orgullosa o soberbia, aunque en realidad lo que estoy es profundamente triste.