1) He visto Barbie y Oppenheimer. Las dos son un horror. Con la primera, al menos, me divertí, aun consciente de estar asistiendo a una exhibición pomposa y desnortada del capitalismo más extremo. Lo perverso de la película es que te hace creer que se ríe de sí misma y de todo lo que envuelve al producto Barbie: el patriarcado, el consumismo, los roles de género… Su hechizo reside en ese engaño al que te entregas en el frenesí de una película que no te deja ni un segundo para respirar y preguntarte qué narices estás engullendo. Hasta que sales del cine, analizas un poco lo que acabas de ver y flipas con cómo te la han colado. Quizás algún día escribiré una newsletter sobre
Seis cositas
Seis cositas
Seis cositas
1) He visto Barbie y Oppenheimer. Las dos son un horror. Con la primera, al menos, me divertí, aun consciente de estar asistiendo a una exhibición pomposa y desnortada del capitalismo más extremo. Lo perverso de la película es que te hace creer que se ríe de sí misma y de todo lo que envuelve al producto Barbie: el patriarcado, el consumismo, los roles de género… Su hechizo reside en ese engaño al que te entregas en el frenesí de una película que no te deja ni un segundo para respirar y preguntarte qué narices estás engullendo. Hasta que sales del cine, analizas un poco lo que acabas de ver y flipas con cómo te la han colado. Quizás algún día escribiré una newsletter sobre